viernes, 26 de abril de 2013

Georges Méliès y el influjo de la luna

Este viernes apostamos en "El color de la vida" por la imaginación. Damos unas pinceladas de la biografía de Georges Méliès, el cineasta parisino que ayudó al cine a dar algunos de sus primeros pasos, con la invención del Time-Lapse o el Stop trick, de los que hablaremos después. Además, fue considerado un auténtico innovador en las técnicas de efectos especiales. Disfrutaremos de una de sus obras míticas: Viaje a la luna


Hemos de reconocer que la luna tiene algo mágico, atractivo, un poderoso influjo que actúa sin pudor sobre los seres humanos. ¿Quién no ha querido viajar a la luna y saltar entre sus cráteres? Ayer disfrutamos de una noche intensa y divertida buscando al esquivo satélite entre las nubes durante el seguimiento del eclipse parcial. La negatividad se minimiza a la luz de la luna, como si comprendiéramos por un instante lo relativo que es todo y lo vasto que resulta el Cosmos.


A Georges Méliès la luna le producía también un atractivo inherente. Y su coetáneo Julio Verne escribió, en boca de Barbicane: "Así recorrerá la bala más de 700 pies de ánima bajo el esfuerzo de seis mil millones de litros de gas antes de emprender su marcha hacia el astro de la noche". El sueño de alcanzar la luna, escrito en la novela "De la tierra a la luna", y llevado al cine por Méliès en "Viaje a la luna". De todo ello queremos hablar este viernes, aún bajo el influjo del eclipse de ayer.

Georges Méliès

Cineasta, ilusionista y diseñador de juguetes. Hay que reconocer que suena atractivo. Y creativo, inmensamente creativo. Los oficios de Méliès le iban que ni pintado para desarrollar su potencial imaginación. Nació el 8 de diciembre de 1861 en París, en el Boulevard Saint-Martin. Era hijo de un empresario del calzado. Pero Méliès tenía inquietud por otro tipo de negocio: el teatro. Frecuentaba los teatros parisinos. La siguiente imagen ilustra el París de finales del siglo XIX, para ponernos en ambiente:



Méliès entró en contacto con el ilusionismo a través del mago Maskelyne, en el "Egyptian Hall", una sala de variedades inglesa que conoció en su etapa en Inglaterra. Quizá en las islas no lograba desenvolverse con el idioma con la facilidad necesaria como para disfrutar del teatro como lo hacía en París. Sus padres lo habían enviado allí para aprender inglés, precisamente.

A su vuelta a París, tenía el deseo de ingresar en la Escuela de Bellas Artes. Sus cualidades con la pintura y el dibujo eran loables. Su padre prefirió para él un futuro más "tradicional", y le obligó a incorporarse al mercado del calzado. Aquí Méliès logró innovar, tal era su innegable voluntad creativa, y su trato con las máquinas le proporcionó una sabiduría que más tarde llevaría al mundo del cine.

En 1888 compró el teatro Robert Houdin con parte de la herencia paterna y con la dote de su esposa, Eugénie Génin. Siempre había profesado una gran admiración por Houdin, al que conoció en persona. Cuando en un arrebato de cólera quemó los negativos de sus películas tras la expropiación de su estudio, protegió los autómatas del mago como lo único digno de ser conservado. Méliès creía que esas maravillas debían ser vistas y admiradas por las generaciones venideras.

En 1898 logró potenciar su interés por la magia y el ilusionismo creando el "Teatro de las Ilusiones", donde alternaba espectáculos de magia con proyección de fotografías. Fue invitado a la proyección de los Hermanos Lumiére, donde quedó deslumbrado con el cinematógrafo. Intentó sin éxito incorporar la máquina de los Lumiére a su espectáculo, pero los hermanos se negaron. Parece ser que fue el padre de los mismos, Antoine, el que no quiso venderlo al considerar que no tenía ningún futuro económico. Esto es una decisión equivocada, amigos.

Clásica imagen de la Luna de Méliès

Méliès compró un aparato similar a un electricista, Robert William Paul. Era de peor calidad, pero el genio de Méliès lo perfeccionó y se lanzó a rodar sus primeras obras. Más tarde fundó la Star Films, y se dedicó a producir películas. Comenzó a desarrollar algunas de las técnicas que vemos hoy en día en pantalla: el stop-motion, el fundido, la disolución, o el Time-Lapse. No alquilaba sus películas, como hacían otras productoras, sino que las vendía. Esto le reportaba menos ingresos. El gusto del público cambió y se vio obligado a cerrar su "Teatro de las Ilusiones". Al fin y al cabo, no debemos olvidar que Méliès era un artista, no un comerciante como querían sus padres. Terminó sus días vendiendo golosinas. Una periodista lo encontró y subsanó el olvido del maestro: se le rindió homenaje y se le condecoró como uno de los creadores del cine.


Un descubrimiento casual

Méliès es padre de los efectos especiales y persona de culto para los amantes del Sci-Fi. Y no es para menos. Un día mientras grababa una calle concurrida de París se le averió la manivela de la cámara. Tardó un rato en arreglarla hasta que, de pronto, ésta volvió a grabar. Cuando visualizó la escena, pudo ver como un ómnibus se convertía súbitamente en un coche fúnebre. Había nacido el "Paso de manivela", o "Stop trick". Lo usó con frecuencia en pantalla, como en "Escamoteo de una dama", donde una señora de época "hacía las veces de ómnibus".

El cineasta parisino diseñaba los escenarios y coloreaba a manos los fotogramas. Otra de sus invenciones fue el Time-Lapse. Es decir: poner a cámara rápida fotogramas que ilustran un período largo de tiempo. Por ejemplo, el abrir de una flor. Como un ejemplo vale más que mil palabras, esto sería un Time-Lapse actual:




Julio Verne fue sin duda fuente de inspiración para la "surrealista", en términos del siglo XX, ambientación de las obras de Méliès. Una de las más emblemáticas es "Viaje a la luna", que os mostramos más abajo. El argumento es bastante conocido, pero os lo resumimos. Si lo preferís no lo leáis hasta ver la película, que no queremos ser acusados de "spoileadores".

Una reunión de astrónomos, con el propio Méliès haciendo de presidente de la misma, adopta la decisión de enviar un cohete a la luna. Concretamente, una bala disparada por un cañón. Curiosamente uno de los astrónomos parece estar en desacuerdo, por lo que se decide respetar su opinión lanzándole un libro a la cabeza. ¿Sabia decisión? Después los intrépidos aventureros que serán disparados al satélite se suben a un tejado parisino donde son aclamados por la multitud (esto lo suponemos nosotros). Por su ropa, se deduce que serán los más elegantes de la Luna. SPOILER--SPOILER--SPOILER. Por fin llegan a su destino, simbolizado por la iconográfica imagen de la Luna de Méliès, sonriendo y con la bala incrustada en su rostro. Pasan la noche tapaditos, pues se ve que hace fresco por aquellas tierras selenitas, mientras en el cielo aparecen chicas sugerentes colgadas de las estrellas. La Tierra se hace hueco en el firmamento (brillante momento de efectos especiales, y esto no es ironía). Después acaece el encuentro con los selenitas,  extraterrestres rudos y poco hospitalarios donde los haya, y los protagonistas tienen que escapar raudos. ¿Y cómo vuelven a La Tierra?, os preguntaréis. Bueno, quizá esto no sea lo más realista, pero reconoced que es poético. Caen desde un precipicio a bordo de la bala-cohete y en la siguiente toma se le ve llegando al vasto océano terrestre. El decorado del fondo marino es excelente, echadle un ojo. Finalmente, son rescatados por pescadores de la zona. Y todo sin trajes espaciales, oxígeno ni saltos de gravedad cero. 

La obra es de una belleza, imaginación y calidad de efectos especiales inauditos. Aquí la tenéis:




Hemos recomendado para este fin de semana revisar la obra de Méliès (sus cortos están disponibles en Youtube) y leer "De la tierra a la luna" de Julio Verne. Otra interesante cinta es "Hugo", película del 2011 de Martin Scorcese, que recrea la vida de Méliès con gran belleza de imágenes. 

Pero acabaremos recomendando un sitio que desprende admiración por la obra de Méliès y Verne. Si tenéis oportunidad, no dejéis de vivir vuestra propia aventura en una de las mejores dark rides del planeta: Space Mountain, en Disneyland Paris. Feliz fin de semana selenita.








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