"Cuenta una leyenda milenaria que el príncipe Dharma, hijo de un soberano hindú, pasaba las noches meditando en el jardín de su palacio. Una noche, por descuido, se adormeció; al despertarse se desesperó tanto que se arrancó los párpados y los arrojó al jardín. De ellos, surgieron las raíces de dos arbustos, cuyas hojas poseían la propiedad de mantener alerta a las personas".