martes, 12 de noviembre de 2013

¡ Necesito unas vitaminas !

Es un motivo frecuente de consulta médica la creencia de que necesitamos tomar algún complejo vitamínico por variadísimos motivos: estoy cansad@, no tengo ganas de comer, estoy mentalmente agotad@, etc... Consumir grandes cantidades de suplementos vitamínicos es, por desgracia, una práctica frecuente. Hoy abordaremos el tema de las vitaminas; os explicaremos en qué consiste su función, cuáles son las principales fuentes de vitaminas y daremos pistas sobre algunos mitos en torno a ellas. Averiguaremos si realmente necesitamos o no este tipo de productos. ¿Te animas a seguir?

¿Qué son las vitaminas?

El término "vitamina" fue propuesto en 1912 por el bioquímico Casimir Funk. La palabra proviene del latín vita (vida) y amina (sustancia reguladora). 

Las vitaminas son sustancias orgánicas necesarias para los procesos metabólicos que tienen lugar en la nutrición de los seres vivos. No aportan energía pero son imprescindibles para que nuestro organismo pueda aprovechar la capacidad energética y constructiva de otros elementos nutricionales, es decir, intervienen en muchos procesos biológicos y regulan nuestro organismo sin aportar calorías. Las vitaminas NO engordan.


El organismo no puede sintetizar las vitaminas por si mismo y deben ser aportadas a través de la alimentación, a excepción de la vitamina D, que se puede producir en la piel a través de la exposición solar. Algunas otras vitaminas como la vitamina K, el ácido fólico y otras del llamado grupo B pueden ser sintetizadas en pequeñas cantidades en nuestro organismo. 

Pero, ¡ atención ! Un exceso de vitaminas puede ser igual de nocivo que un déficit porque demasiada cantidad de vitaminas puede ocasionar una intoxicación del organismo. Muchas de ellas se eliminan directamente pero otras se quedan en nuestro organismo y se acumulan pudiendo ocasionar algunos trastornos: falta de apetito, visión borrosa, pérdida de peso, riesgo de osteoporosis y muchos más. 

Principales tipos de vitaminas

Hay dos tipos de vitaminas:


- Liposolubles: No son solubles en agua. Se pueden almacenar en la grasa del organismo y su ingesta en exceso puede provocar desajustes. Pertenecen a este grupo las vitaminas A, D, E y K.

- Hidrosolubles: Se pueden disolver en agua y por tanto, al cocer los alimentos, parte de las vitaminas que contienen se pierden en el agua de cocción; por eso es importante aprovechar este agua para preparar caldos, sopas, etc... No se pueden almacenar en el organismo y por tanto deben aportarse regularmente y sólo podemos prescindir de ellas durante algunos días. Son vitaminas hidrosolubles las vitaminas del grupo B (tiamina, piridoxina, tiamina, riboflavina, cianocobalamina, ácido fólico, etc...), vitamina F y H, entre otras.

Principales fuentes de vitaminas

Repasaremos de forma somera las principales fuentes de las vitaminas más comunes; si te animas a investigar un poco, podrás completar la información y descubrirás algunas otras fuentes que te serán muy sorprendentes.




Vitamina A - Lácteos y derivados, hortalizas y frutas,  aceite de pescado y algunos productos animales como la yema de huevo.
Vitamina D - La principal fuente de esta vitamina es el sol.
Vitamina E - Aceites vegetales, germen de trigo, legumbres, verduras y productos animales como yema de huevo.
Vitamina K - Verduras y aceites vegetales.
Vitaminas del grupo B - Cereales, derivados lácteos, legumbres secas, pescados y algunas carnes.
Vitamina C - Frutas cítricas: naranja, limón, mandarina; verduras y patatas.

Qué hay de los complejos vitamínicos.

Una dieta equilibrada y abundante en productos frescos nos aporta todas las vitaminas que necesitamos sin que precisemos ningún aporte adicional suplementario de farmacia o de herbolario. Las vitaminas están en la fruta, en las verduras, en el pescado y en muchos otros productos que deben formar parte de nuestra alimentación.



Mención especial merece la población infantil. A menudo, las consultas de pediatría son el escenario de demanda de este tipo de productos con el objetivo de "aumentar el apetito" o "engordar" al niño. Es un falso mito que las vitaminas engorden o que estimulen el apetito; al igual que en los adultos, una alimentación sana y equilibrada cubre, salvo en presencia de algunas enfermedades que su pediatra valorará, las necesidades vitamínicas de nuestros hijos sin precisar para su buen desarrollo ningún suplemento más.


Para toda la población, no obstante, existen algunas excepciones:

En algunas enfermedades del aparato digestivo o en algunas insuficiencias renales, pueden estar disminuidas la cantidades de vitaminas que absorbemos por lo que en estos casos podría necesitarse algún suplemento vitamínico.

- El tabaco, el alcohol, el estrés y las drogas en general provocan un mayor gasto o destrucción de ciertas vitaminas, por lo que en algunos casos está indicado tomar algún aporte vitamínico.

- En caso de aumento de las necesidades en algunas etapas de la vida, como por ejemplo, durante el embarazo; las mujeres gestantes deben tomar un suplemento de acido fólico porque las necesidades del mismo son mayores y sólo con el que aporta nuestra alimentación habitual no es suficiente. En algunas etapas de la infancia, durante la lactancia y personas de la tercera edad también podrían necesitar suplementar las vitaminas de su dieta.



- En cuanto a las personas vegetarianas, se suele recomendar el suplemento de vitamina B12 o cianocobalamina ya que la principal fuente de aporte es la carne. El contenido de vitamina B12 en vegetales en menor y tienen riesgo de déficit de la misma, que podría ser causa de anemia o alteraciones neurológicas. Se recomienda a estas personas que se informen bien sobre este tema para que no sufran alteraciones metabólicas. 

En conclusión, se estima que hasta un 20% de la población consume este tipo de productos por cuenta propia, es decir, por automedicación. Conviene buscar asesoramiento médico para su consumo ya que en la mayoría de los casos, optar por una alimentación sana es suficiente para alcanzar nuestras necesidades vitamínicas. A veces asociamos erróneamente lo natural a inocuo o beneficioso; nuestro consejo es, por tanto, que consultes a tu médico de familia antes de decidir su consumo.




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