Cuando salí del bar no era demasiado tarde pero como mi
excusa había sido tener que trabajar con el ordenador volví directamente al
hostal para descansar un rato antes de la cena. Nada más entrar me topé con
Celia en Recepción; estaba hablando por teléfono y me dedicó una sonrisa y un
gesto de bienvenida. Se lo devolví sin decir una palabra y subí a mi
habitación, donde me tumbé directamente en la cama. Cerré los ojos y pensé en
los extraños acontecimientos del día y la gente que había conocido. Esbocé un
plan para el día siguiente: volvería a casa y volvería a subir al ático. Quería
inspeccionar el baúl y recuperar el libro de mi abuelo. Sin embargo, aún iba a
ocurrir algo más; las sorpresas del día no habían acabado.