El Origen de la Tarjeta de crédito
se remonta a comienzos del siglo XX, concretamente en Estados Unidos.
Como características generales de las tarjetas
de crédito podemos decir que el usuario tiene un límite con respecto a la cantidad que puede gastar de acuerdo a
la política de riesgos y a las características personales y de solvencia
económica. En función de la forma de pago acordada con el banco se puede
liquidar el crédito acumulado durante el mes, al final del mismo (normalmente
esta forma de pago no genera intereses), pagar un importe fijo cada mes o aplazar el pago.
Estas dos últimas si conllevan el pago de unos intereses.
Para muchos usuarios su uso puede significar un sinfín de ventajas: mayor seguridad
en el pago, no llevar dinero en efectivo, o poder utilizarla
fuera del país, ya que es admitida en casi todos los lugares. No obstante ha
llegado a convertirse en la mayor de todas sus deudas (muchas veces por su uso indebido y por la falta
de información).