Mientras
marcaba en la agenda automática del móvil el teléfono de mi madre, Cristina
sacó de su bolso el suyo y se levantó del tresillo, saliendo al exterior del
Hostal. Después de varios tonos de llamada, me contestó con su habitual tono
jovial.
- Juan, ¿cómo estás? ¿Qué tal va todo?
- Bien, todo va bien – respondí, pero en seguida fui al
grano -. Mamá, ¿es cierto que yo nací en el pueblo, en casa de los abuelos?
Hubo un
momento de silencio y después me hizo la pregunta que esperaba:
- ¿Quién te ha dicho eso?
- El párroco, don Joaquín. Lo he conocido esta mañana.
Dice que él mismo fue el que me bautizó.
Se hizo de
nuevo el silencio pero esta vez fue discretamente más largo.
- Sí, es cierto que fue él el que te bautizó. Naciste
en Soria pero nos vinimos al pueblo con mis padres enseguida y por eso
decidimos bautizarte en el pueblo.
Había algo en
el tono que me resultaba un poco falso, así que seguí insistiendo.
- Pero él parece bastante seguro de que nací en casa de
los abuelos…
Esta vez
contestó enseguida, sin la menor dilación:
- Si así fuera no sé por qué tu padre y yo o tus
abuelos o el resto de la familia no iba a habértelo dicho; no tendría la mayor
importancia, ¿no crees?
Como siempre,
su razonamiento había sido de lo más lógico. En condiciones normales, el hecho
no habría tenido mayor trascendencia y sin duda conociendo que yo iba a pasar
unos días en el pueblo y que podía perfectamente ser posible que alguien me
contara algo sobre mi origen no cabía duda de que antes de venir me lo habrían
explicado en casa; sin embargo, en estos tres últimos días me había ocurrido de
todo y nada de ello había sido lo que entendemos por “normal”.
- Sí, supongo que tienes razón.
- ¿Cuándo vuelves? – preguntó mi madre casi de
inmediato, como si quisiera que mi última frase cortara el tema de raíz y no me diera tiempo a
seguir pensando en lo mismo.
- Creo que mañana después de comer. Te llamaré para
confirmar.
Seguimos
charlando un rato de temas banales hasta que por fin colgué el móvil. Cristina seguía en el exterior del Hostal y aún tardó varios minutos en entrar,
dirigiéndose de nuevo hacia el rincón en el que me había sentado y haciendo lo
propio junto a mí.
- ¿Qué te ha dicho? – me soltó de golpe sin poder
disimular su curiosidad.
- Dice que sí me bautizaron aquí pero que no nací en
casa de mis abuelos; el cura debe estar equivocado.
- Ah -. Me pareció notar un deje de decepción;
seguramente le habría encantado que hubiera alguna misteriosa historia detrás
de la afirmación de don Joaquín.
- ¿Con quién has hablado? – le pregunté, cambiando de
tema -. ¿Con Sergio?
- Sí – respondió con cara de circunstancias -. Tenía
una llamada suya perdida de cuando he tenido el teléfono en silencio. Le he
dicho que estaba en Misa y me ha contestado que si estaba hablando conmigo o
con un ser de otro mundo que me había suplantado al estilo de “La invasión de los
ladrones de cuerpos” – no pude reprimir una carcajada -. Sí, sí, no te rías.
Dice que si me han hecho prisionera en alguna secta que lava el cerebro. Le he
contestado que en un pueblo hay que hacer vida social y que está bien pasarse
por la Iglesia aunque sea de vez en cuando, algo que él no hace nunca… - Yo
seguía riendo a mandíbula batiente -. Pues no te lo pierdas, le he comentado lo
de la pareja de Zaragoza y tiene ya una curiosa teoría conspiranoica de
abducción extraterrestre.
- Desde luego, imaginación no le falta – le dije cuando
pude controlarme.
- No sé cómo le aguanto – dijo a su vez Cris con una
sonrisa -. Oye, por cierto. En realidad he hecho dos llamadas. La otra ha sido
a Antonio, mi vecino el químico. Le he comentado que le iba a mandar una foto
con lo de la sustancia esa del pozo y después de volverme loca buscándola me he
dado cuenta de que la habías hecho tú y está en tu móvil, así que le he
comentado que en un momento se la mandamos. Dice que para recoger una muestra
lo podemos hacer con una varilla de plástico y que después la depositemos en
una de esas bolsas estériles que tienen en los hoteles para recoger residuos
higiénicos como las compresas de las mujeres, etc.
- ¿Tienen de eso aquí? – le pregunté arqueando las
cejas.
- Ni flores, tío. Pero algo similar puede haber. Dice
que tampoco hace falta que usemos el método científico de Stephen Hawkins, que
él ya cuenta con el error de la manipulación.
- Vale – exclamé animado de nuevo -. Luego lo
intentamos si quieres. Ahora vamos a comer algo; te recuerdo que después nos
espera el camarero del bar para contarnos algo…
- Ostras, es verdad – exclamó a su vez Cris tan de
repente que consiguió casi asustarme -. A ver lo que quiere mi paleto favorito.
- Venga… No seas mala – dije con gesto simpático pero
severo. Seleccioné la foto de la carpeta carrete y la envié al número de
teléfono que me facilitó Cristina. Pocos segundos después llegaba un SMS:
“Perfectamente recibido. Intentaré deciros algo. Saludos. Antonio”.
Una
conversación en Agosto de 2012.
- Mi nombre es José
Antonio Carrascosa, represento a la Notaría Delgado. Me han dicho en
información que se encontraba usted hoy en este puesto. ¿Es usted el señor Juan
Andrés Zabaleta?
- Andrés de apellido. Así
es, tanto gusto.
- Vengo a hacerle
entrega de una herencia. Simplemente le muestro una copia simple junto con una
nota explicativa. El original se lo entregaremos cuando formalice la
documentación legal en nuestra oficina.
- ¿Una herencia? ¿Para
mí?
- Se trata de la escritura
de una vivienda rural, como puede comprobar (….) ¿Se encuentra bien?
- Sí, sí. Es que me ha
sorprendido heredar la casa del pueblo de mi abuela materna. Si ni siquiera soy
su nieto más allegado...
- Eso ya no podremos
preguntárselo. Como bien sabe falleció hace ya dos años pero hemos tenido
problemas con la escritura de la casa porque estaba a nombre de su abuelo, el
marido de la señora Valeria, quien falleció sin testar y además existían dudas
acerca de los bienes gananciales. Afortunadamente su abuela dejó las cosas
bastante mejor atadas y en su legado es usted el heredero de la casa, sin más
aclaración o condición.
- ¿Por qué yo y no mis
padres o mis tíos?
- Le repito que no hay
ninguna aclaración al respecto. Simplemente la escritura que le acabo de
mostrar y esa nota, en la
que se confirma que la vivienda es suya en propiedad. ¿Cuándo puede pasarse por
la Notaría? Ahora estamos sólo de 10 a 14 horas para atender al público.
- Cuando ustedes quieran.
Denme unos días para hablar con el resto de la familia y formalizar las
vacaciones. Necesitaré algunos días libres para organizarme e ir a ver la casa.
¿Y dice que la heredo sin ninguna razón especial o condición?
- Así es. Bueno… Ya ha
visto que hay una condición. Lo dejó indicado la Señora Valeria, como ha podido
leer en la nota que le he entregado; se la puede quedar si lo desea. Dice que
jamás venda o se deshaga de los enseres y mobiliario que encuentre usted en el
ático. Bajo ningún concepto. La casa la puede incluso vender si lo desea pero
nunca debe usted desprenderse de lo que encuentre en el ático.
- Recuerdo aquel ático.
Pero era pequeño y no debía tener más que tres o cuatro muebles viejos. Qué
condición más rara. No, no hace falta que me conteste; sólo pensaba en voz
alta.
- Bien. Cuando formalice
la escritura le haremos entrega de las llaves y podrá averiguar todo cuanto
desee. Ahora debo marchar. Le dejo que siga trabajando.
- Muchas gracias.
Perdone si he sido algo descortés. Simplemente me he quedado estupefacto.
- No es el primero al
que le pasa. Adiós, buenos días.
- Adiós.
Aquella nota explicativa
estaba escrita a mano con una caligrafía un tanto irregular:
“Querido Juan: cuando leas esta carta, tu abuelo y yo ya no estaremos en este mundo. Tanto él como yo
queríamos que cuando faltemos nuestra casa sea tuya. No podíamos dejarla en las
mejores manos y tampoco en las más adecuadas. Esperamos que la cuides bien o
por lo menos que sepas darle un futuro apropiado aunque finalmente decidieras
traspasarla o venderla. Pero hay algo muy importante que debes saber, y es que
si hay algo que es más tuyo por derecho que nadie es el ático de la casa. Hemos
puesto como condición que las cosas que hay allí no las vendas nunca y
esperamos que puedas algún día explicar su significado. Deseamos que seas muy
feliz. Te queremos. Tu abuela Valeria”.
(17/10/2003).
(Continuará)
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