El alcalde del
pueblo, Ramón Lobato, era una persona campechana, afable y atenta, muy alejado
en cuanto al carácter del histrionismo y de los aspavientos de Félix, el
teniente de alcalde. No dudó un minuto en recibirme cuando me presenté en el
Ayuntamiento a primera hora de la mañana después de una noche de mal descanso y
a pesar de lo apretado de su agenda.
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domingo, 1 de diciembre de 2013
domingo, 20 de octubre de 2013
El Ático (Parte 24)
Jaime frenó tan
bruscamente a la salida de una curva en plena carretera comarcal que provocó
que don Joaquín, que en ese momento iba leyendo unos Salmos, casi topara contra
el parabrisas a pesar de llevar el cinturón puesto. Las gafas le salieron
disparadas y cayeron al suelo.
- Hijo por favor, qué susto - dijo con su habitual tono
bonachón y comprensivo -. ¿Qué ocurre? - Miró al frente pero sin las gafas lo
único que veía eran siluetas borrosas en medio de la carretera.
- ¿No lo ve, tío? - Dijo Jaime sin percatarse de que su tío
se inclinaba hacia delante y entornaba los ojos para intentar enfocar un poco
mejor -. Es la Guardia Civil. Hay un coche ahí en el arcén abandonado.
domingo, 13 de octubre de 2013
El Ático (Parte 23)
En la actualidad.
- Me alegro de que haya
llegado tan puntual, señor Andrés – dijo el doctor Gancedo -. Hoy necesitaba
explicarle algo con mayor detenimiento.
Juan se removió un poco inquieto en el
confortable butacón de cuero mullido que el psiquiatra tenía dispuesto para sus
pacientes justo frente al escritorio de caoba y desde el cual escrutaba con sus
finas gafas.
- ¿De qué se trata
doctor? Si es algo relacionado con un nuevo aumento de la dosis de medicación…
- No, no es eso. Se trata
de los últimos análisis que le hemos practicado.
domingo, 21 de julio de 2013
El Ático (Parte 20)
Sentados en
los taburetes de la cocina del bar, Pablo el camarero continuó explicando la
historia del pequeño Lucas. El hombre volvió a ofrecernos amablemente algo para
tomar y en esta ocasión sí se lo aceptamos. Tanto Cristina como yo pedimos una
cocacola.
- Como os iba diciendo… - dijo mientras abría dos
botellas de cocacola de envasado antiguo mientras él se servía un botellín de
cerveza - … Lucas era un niño del pueblo pero no vivía aquí permanentemente.
Sus padres residían en Bilbao por el trabajo del padre, que era ingeniero
naval. Los abuelos maternos de Lucas, María y Ladislao, creo que sí eran
naturales del pueblo o al menos sí que residían permanentemente en él. El niño
pasaba el verano en casa de sus abuelos como tantos otros niños de la época.
domingo, 14 de julio de 2013
El Ático (Parte 19)
La doctora Susana Fernández terminó de
examinar a la pequeña durante la mañana y contactó con los servicios sociales
del Hospital a continuación. Se puso al habla con la principal responsable del
servicio.
- ¿Lola del
Río por favor?
- Sí, soy yo -
respondió la voz al otro lado del teléfono.
- Hola, buenos
días. Soy Susana Fernández, de Neonatología.
- Ah, hola.
¿Cómo estás? – La voz era la de una joven vital y dinámica, algo imprescindible
en un entorno con tantos problemas y desgracias. Imprimía un tono de optimismo
-. Supongo que me llamas por lo de la niña abandonada.
- Exacto.
¿Tenéis alguna noticia nueva?
domingo, 30 de junio de 2013
El Ático (Parte 17)
Mientras
marcaba en la agenda automática del móvil el teléfono de mi madre, Cristina
sacó de su bolso el suyo y se levantó del tresillo, saliendo al exterior del
Hostal. Después de varios tonos de llamada, me contestó con su habitual tono
jovial.
- Juan, ¿cómo estás? ¿Qué tal va todo?
- Bien, todo va bien – respondí, pero en seguida fui al
grano -. Mamá, ¿es cierto que yo nací en el pueblo, en casa de los abuelos?
Hubo un
momento de silencio y después me hizo la pregunta que esperaba:
domingo, 23 de junio de 2013
El Ático (Parte 16)
La revelación del Padre Joaquín me había causado una
gran impresión. Era la primera noticia que tenía de que mi nacimiento se había
producido en el pueblo y más concretamente en casa de mis abuelos maternos. Mi
primer impulso fue llamar a mi madre para que me lo aclarara en el momento e
incluso hice ademán de sacar del bolsillo el teléfono móvil para hacerlo pero
Cristina vio la jugada y me retuvo la mano. Sin duda, no era el momento
apropiado.
- ¿Acaso no lo sabías? - Continuó diciendo el párroco
-. Espero no haber metido la pata...
- No Padre, no se preocupe - añadí tras un momento de
incertidumbre -. No tiene mayor importancia, es simplemente que no es lo que
siempre había creído. E ignoro por qué se me ocultó la verdad.
domingo, 9 de junio de 2013
El Ático (Parte 14)
Otra historia del
manuscrito del abuelo Luis:
Sola en sus aposentos, la doncella se
alisaba el pelo suavemente. A través de la ventana podía contemplar la noche
serena y la luna llena en el cielo estrellado, que iluminaba la estancia sin
necesidad de velas. En su recuerdo, las andanzas que su amado le había narrado
aquella misma noche mientras la cortejaba en el jardín de la noble casa de sus
poderosos padres y la felicidad que le invadió cuando aquel le había propuesto
matrimonio. Su extremadamente pálida tez se reflejaba en el espejo dándole una
apariencia lechosa, como un cristal sobre la nieve. Miraba fijamente a los ojos
de color azul celeste que su reflejo le devolvía mientras deslizaba lentamente
el cepillo hacia abajo, recorriendo toda su larga y sedosa cabellera blanca
como la sábana de su lecho. Cuando terminó, tiró del cordel de la campanilla
que llamaba a la servidumbre. Al poco tiempo, una joven lozana y con gesto
amable se presentó en la estancia.
domingo, 2 de junio de 2013
El Ático (Parte 13)
Hicimos una
breve pausa junto al pozo una vez traspasamos la verja del jardín. Cristina no
quería perderse detalle alguno. La extraña sustancia que se me había quedado
pegada a la mano cuando me apoyé en el brocal aún seguía ahí. Le conté lo que
había ocurrido y mostró un vivo interés, acercándose al máximo al pozo hasta
percibir su aroma dulzón y acre.
- Sobre todo no la toques – le advertí -. Yo aún no he
podido librarme de la sensación de haber apoyado la mano sobre ella, a pesar de
las incontables veces que me he lavado la mano.
domingo, 19 de mayo de 2013
El Ático (Parte 11)
- Y bien, ¿cómo estamos hoy?
El
doctor Gancedo miró fijamente a su paciente a través de sus finas gafas con
montura al aire. Tenía la historia clínica delante, tradicional, sin elementos
informáticos. Prefería el contacto directo y sin sofisticaciones. Procuró no
juguetear con el bolígrafo, un vicio que tenía desde los tiempos del Instituto.
- Mejor. La nueva medicación es más efectiva.
Se
hizo una breve pausa, nada incómoda. El especialista rompió nuevamente el
silencio.
domingo, 28 de abril de 2013
El Ático (Parte 8)
Sábado 8 de septiembre
de 2012 (por la noche).
Transcurrida la jornada, me encuentro en mi habitación terminando de redactar mi diario. El día ha sido intenso
y no finalizaron las sorpresas cuando cerré la casa a mediodía y volví al Hostal para intentar comer algo. Tenía pocas ganas, la excitación no me dejaba
probar bocado. Celia me lo notó en la cara.
- ¿Le ha ocurrido algo?
Parece que ha visto un fantasma -. Dijo mientras me servía un revuelto de setas
que parecía estar bastante bueno. Hoy parecía estar algo más “dicharachera”. Dudé
entre relatarle todo lo que había ocurrido o explicarlo con menos detalles pero
al final me decidí por contarle una verdad a medias.
viernes, 8 de marzo de 2013
El Ático (Parte 1)
Siempre quise cambiar mi vida. Llevaba quince años trabajando en el mismo banco, día tras día, frente al público tras un ventanuco de mala muerte. A esta sucursal de pequeña capital de provincia no habían llegado aún los avances técnicos de la central ni esos espacios amplios perfectamente climatizados donde además de trabajar se disfruta, tanto de la música de fondo como de la máquina del café. Sabía que de alguna manera, algún día, se iba a romper la monotonía de los días.
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