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domingo, 1 de diciembre de 2013

El Ático (Parte 25)

   El alcalde del pueblo, Ramón Lobato, era una persona campechana, afable y atenta, muy alejado en cuanto al carácter del histrionismo y de los aspavientos de Félix, el teniente de alcalde. No dudó un minuto en recibirme cuando me presenté en el Ayuntamiento a primera hora de la mañana después de una noche de mal descanso y a pesar de lo apretado de su agenda.
   

domingo, 20 de octubre de 2013

El Ático (Parte 24)

   Jaime frenó tan bruscamente a la salida de una curva en plena carretera comarcal que provocó que don Joaquín, que en ese momento iba leyendo unos Salmos, casi topara contra el parabrisas a pesar de llevar el cinturón puesto. Las gafas le salieron disparadas y cayeron al suelo.

- Hijo por favor, qué susto - dijo con su habitual tono bonachón y comprensivo -. ¿Qué ocurre? - Miró al frente pero sin las gafas lo único que veía eran siluetas borrosas en medio de la carretera.

- ¿No lo ve, tío? - Dijo Jaime sin percatarse de que su tío se inclinaba hacia delante y entornaba los ojos para intentar enfocar un poco mejor -. Es la Guardia Civil. Hay un coche ahí en el arcén abandonado.

domingo, 13 de octubre de 2013

El Ático (Parte 23)

En la actualidad.

- Me alegro de que haya llegado tan puntual, señor Andrés – dijo el doctor Gancedo -. Hoy necesitaba explicarle algo con mayor detenimiento.

   Juan se removió un poco inquieto en el confortable butacón de cuero mullido que el psiquiatra tenía dispuesto para sus pacientes justo frente al escritorio de caoba y desde el cual escrutaba con sus finas gafas.

- ¿De qué se trata doctor? Si es algo relacionado con un nuevo aumento de la dosis de medicación…

- No, no es eso. Se trata de los últimos análisis que le hemos practicado.

domingo, 21 de julio de 2013

El Ático (Parte 20)

    Sentados en los taburetes de la cocina del bar, Pablo el camarero continuó explicando la historia del pequeño Lucas. El hombre volvió a ofrecernos amablemente algo para tomar y en esta ocasión sí se lo aceptamos. Tanto Cristina como yo pedimos una cocacola.

- Como os iba diciendo… - dijo mientras abría dos botellas de cocacola de envasado antiguo mientras él se servía un botellín de cerveza - … Lucas era un niño del pueblo pero no vivía aquí permanentemente. Sus padres residían en Bilbao por el trabajo del padre, que era ingeniero naval. Los abuelos maternos de Lucas, María y Ladislao, creo que sí eran naturales del pueblo o al menos sí que residían permanentemente en él. El niño pasaba el verano en casa de sus abuelos como tantos otros niños de la época.

domingo, 14 de julio de 2013

El Ático (Parte 19)

   En la actualidad.   

   La doctora Susana Fernández terminó de examinar a la pequeña durante la mañana y contactó con los servicios sociales del Hospital a continuación. Se puso al habla con la principal responsable del servicio.

- ¿Lola del Río por favor?

- Sí, soy yo - respondió la voz al otro lado del teléfono.

- Hola, buenos días. Soy Susana Fernández, de Neonatología.

- Ah, hola. ¿Cómo estás? – La voz era la de una joven vital y dinámica, algo imprescindible en un entorno con tantos problemas y desgracias. Imprimía un tono de optimismo -. Supongo que me llamas por lo de la niña abandonada.

- Exacto. ¿Tenéis alguna noticia nueva?

domingo, 30 de junio de 2013

El Ático (Parte 17)

   Mientras marcaba en la agenda automática del móvil el teléfono de mi madre, Cristina sacó de su bolso el suyo y se levantó del tresillo, saliendo al exterior del Hostal. Después de varios tonos de llamada, me contestó con su habitual tono jovial.

- Juan, ¿cómo estás? ¿Qué tal va todo?

- Bien, todo va bien – respondí, pero en seguida fui al grano -. Mamá, ¿es cierto que yo nací en el pueblo, en casa de los abuelos?

   Hubo un momento de silencio y después me hizo la pregunta que esperaba:

domingo, 23 de junio de 2013

El Ático (Parte 16)

   La revelación del Padre Joaquín me había causado una gran impresión. Era la primera noticia que tenía de que mi nacimiento se había producido en el pueblo y más concretamente en casa de mis abuelos maternos. Mi primer impulso fue llamar a mi madre para que me lo aclarara en el momento e incluso hice ademán de sacar del bolsillo el teléfono móvil para hacerlo pero Cristina vio la jugada y me retuvo la mano. Sin duda, no era el momento apropiado.

- ¿Acaso no lo sabías? - Continuó diciendo el párroco -. Espero no haber metido la pata...

- No Padre, no se preocupe - añadí tras un momento de incertidumbre -. No tiene mayor importancia, es simplemente que no es lo que siempre había creído. E ignoro por qué se me ocultó la verdad.

domingo, 9 de junio de 2013

El Ático (Parte 14)

Otra historia del manuscrito del abuelo Luis:


   Sola en sus aposentos, la doncella se alisaba el pelo suavemente. A través de la ventana podía contemplar la noche serena y la luna llena en el cielo estrellado, que iluminaba la estancia sin necesidad de velas. En su recuerdo, las andanzas que su amado le había narrado aquella misma noche mientras la cortejaba en el jardín de la noble casa de sus poderosos padres y la felicidad que le invadió cuando aquel le había propuesto matrimonio. Su extremadamente pálida tez se reflejaba en el espejo dándole una apariencia lechosa, como un cristal sobre la nieve. Miraba fijamente a los ojos de color azul celeste que su reflejo le devolvía mientras deslizaba lentamente el cepillo hacia abajo, recorriendo toda su larga y sedosa cabellera blanca como la sábana de su lecho. Cuando terminó, tiró del cordel de la campanilla que llamaba a la servidumbre. Al poco tiempo, una joven lozana y con gesto amable se presentó en la estancia.

domingo, 2 de junio de 2013

El Ático (Parte 13)

    Hicimos una breve pausa junto al pozo una vez traspasamos la verja del jardín. Cristina no quería perderse detalle alguno. La extraña sustancia que se me había quedado pegada a la mano cuando me apoyé en el brocal aún seguía ahí. Le conté lo que había ocurrido y mostró un vivo interés, acercándose al máximo al pozo hasta percibir su aroma dulzón y acre.

- Sobre todo no la toques – le advertí -. Yo aún no he podido librarme de la sensación de haber apoyado la mano sobre ella, a pesar de las incontables veces que me he lavado la mano.

domingo, 19 de mayo de 2013

El Ático (Parte 11)


En la actualidad.

- Y bien, ¿cómo estamos hoy?

     El doctor Gancedo miró fijamente a su paciente a través de sus finas gafas con montura al aire. Tenía la historia clínica delante, tradicional, sin elementos informáticos. Prefería el contacto directo y sin sofisticaciones. Procuró no juguetear con el bolígrafo, un vicio que tenía desde los tiempos del Instituto.

- Mejor. La nueva medicación es más efectiva.

     Se hizo una breve pausa, nada incómoda. El especialista rompió nuevamente el silencio.

domingo, 28 de abril de 2013

El Ático (Parte 8)


Sábado 8 de septiembre de 2012 (por la noche).

   Transcurrida la jornada, me encuentro en mi habitación terminando de redactar mi diario. El día ha sido intenso y no finalizaron las sorpresas cuando cerré la casa a mediodía y volví al Hostal para intentar comer algo. Tenía pocas ganas, la excitación no me dejaba probar bocado. Celia me lo notó en la cara.
- ¿Le ha ocurrido algo? Parece que ha visto un fantasma -. Dijo mientras me servía un revuelto de setas que parecía estar bastante bueno. Hoy parecía estar algo más “dicharachera”. Dudé entre relatarle todo lo que había ocurrido o explicarlo con menos detalles pero al final me decidí por contarle una verdad a medias.

viernes, 8 de marzo de 2013

El Ático (Parte 1)

      Siempre quise cambiar mi vida. Llevaba quince años trabajando en el mismo banco, día tras día, frente al público tras un ventanuco de mala muerte. A esta sucursal de pequeña capital de provincia no habían llegado aún los avances técnicos de la central ni esos espacios amplios perfectamente climatizados donde además de trabajar se disfruta, tanto de la música de fondo como de la máquina del café. Sabía que de alguna manera, algún día, se iba a romper la monotonía de los días.