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domingo, 4 de agosto de 2013

El Ático (Parte 21)

Ayer sábado 8 de septiembre, en otro lugar.


   El hombre del maletín gris intentó poner en marcha su vehículo nuevamente, sin éxito. Maldijo su suerte y principalmente su falta de previsión. Hacía unos pocos días que le habían comentado en el taller donde hizo la revisión de los cien mil kilómetros que debía cambiar la correa del alternador pero no hizo caso porque necesitaba disponer del coche a toda costa por motivos de trabajo y ahora se lamentaba de no haber esperado un día más a que se solucionara el tema. La investigación que le habían encargado en el CSIC le tenía por completo ensimismado y no pensaba en otra cosa, incluso mientras intentaba descansar acostado por la noche.

   Cogió su teléfono móvil y marcó automáticamente el número del hostal donde pensaba estar alojado.

- Buenos días – contestó a su interlocutora al otro lado de la línea -. ¿Señora Celia? Sí, buenos días. Mire, tenía reserva para esta noche en su hostal pero me temo que no podré acudir... No, no se preocupe. Es que me ha surgido un contratiempo. En otra ocasión será. Adiós y gracias.

lunes, 27 de mayo de 2013

El Ático (Parte 12)

Domingo 9 de septiembre de 2012 (por la noche).

     Una noche más en la soledad de la habitación del hostal escribo mi diario narrando los hechos sucedidos durante el día en este domingo 9 de septiembre. Aunque procuro ser objetivo, confieso que mis vivencias son tan extrañas que cuento mi vida como si me fuera ajena, como si le estuviera ocurriendo a otra persona. Los hechos increíbles que me están sucediendo me están afectando a la razón y creo que empiezo a no saber distinguir lo que es real y lo que no lo es. He tomado la decisión de volver mañana a casa de mis padres. No me quedo en el pueblo ni un día más y no sé si volveré. Probablemente sí, pero cuando haya analizado todo lo que ha ocurrido en estos tres días tan intensos y tras los cuales me llevo como único equipaje extra el libro manuscrito de mi abuelo y un extraño artefacto que encontré en el baúl del ático. Tengo que entender muchas cosas y necesito ayuda.

domingo, 5 de mayo de 2013

El Ático (Parte 9)


- ¿Por qué lo dice? - le pregunté con gesto divertido aunque en el fondo estaba un poco enfadado por el comentario. No me había hecho ni pizca de gracia porque denotaba que el anciano sabía algo intrigante que yo no conocía.

- "Na, por na" - contestó el hombre, esta vez sin dilación y un poco azorado; daba la impresión de que había tomado conciencia de que con su espontaneidad había hablado más de lo que quería.

- Hombre, por algo será - insistí. Lo miré fijamente; el vejete no tenía escapatoria.

domingo, 28 de abril de 2013

El Ático (Parte 8)


Sábado 8 de septiembre de 2012 (por la noche).

   Transcurrida la jornada, me encuentro en mi habitación terminando de redactar mi diario. El día ha sido intenso y no finalizaron las sorpresas cuando cerré la casa a mediodía y volví al Hostal para intentar comer algo. Tenía pocas ganas, la excitación no me dejaba probar bocado. Celia me lo notó en la cara.
- ¿Le ha ocurrido algo? Parece que ha visto un fantasma -. Dijo mientras me servía un revuelto de setas que parecía estar bastante bueno. Hoy parecía estar algo más “dicharachera”. Dudé entre relatarle todo lo que había ocurrido o explicarlo con menos detalles pero al final me decidí por contarle una verdad a medias.

domingo, 21 de abril de 2013

El Ático (Parte 7)


“Tip tap, el hombre va.          
Busca, encuentra y vigilará.
Tip  tap, si brillando está
pórtate bien o te llevará”.

(Canción popular castellana, mediados de siglo XX).

... De nuevo giré el picaporte abriendo la puerta, que no emitió ruido alguno salvo un ligero chirriar al final del recorrido, y me adentré en las sombras... Sentí el frío húmedo de los lugares que han estado cerrados durante mucho tiempo y el olor a moho y a madera vieja impregnando todo el ambiente. La pequeña escalera de madera que subía hacia el ático ascendía un tramo y luego giraba hacia la derecha penetrando en la oquedad que daba acceso a la habitación, solitaria y abandonada. Pronto mis ojos se acostumbraron a la semioscuridad; subí lentamente sin necesidad de encender la luz. La escalera era robusta y segura, aunque a primera vista daba la impresión de fragilidad por el paso de los años.

domingo, 14 de abril de 2013

El Ático (Parte 6)


En algún momento de agosto de 1947

   Era un día inusualmente caluroso, aunque lo compensaba la humedad de la tarde. Habían llovido unas gotas, el típico bochorno de verano. En el pueblo había pocos habitantes, el turismo aún no estaba tan desarrollado como lo estaría en las décadas posteriores. A las 9 de la noche aún se veía perfectamente y Lucas jugaba en la calle con una piedra sobre una cuadrícula que había dibujado con tiza en el asfalto, en completa soledad. Estaba frente a su casa, estrecha, con dos plantas y adosada al Ayuntamiento, en la Plaza Mayor. Tenía 8 años y pasaba las vacaciones de verano como cada año, en casa de sus abuelos, mientras sus padres permanecían en la capital por razones de trabajo. María, su abuela, se asomó a la calle desde la ventana de la habitación del niño.

domingo, 3 de febrero de 2013

El canto de Tobías (3ª parte)


-¡Oh, pero si es un pajarito! – exclamó Manuel, el búho sabio – pasa, pasa, pequeño y siéntate junto al fuego.
Tobías se acercó a la chimenea y en cuanto calentó un poco sus plumitas, sacó su cuadernito y su lápiz azul dispuesto a contar a Manuel todo lo que le había llevado hasta allí. Manuel se dio pronto cuenta del problema que tenía su nuevo amigo y decidió a ponerse manos a la obra. Se dirigió a un viejo armario donde guardaba libros muy viejos y polvorientos.
- Déjame ver, déjame ver ... – decía ajustándose sus anteojos – no, no, aquí no...
A Tobías empezaba a rendirle el sueño y ya sus ojitos se cerraban cuando de repente ...
- !Eureka, eureka! Ya lo tengo, Tobías, escucha con atención: “... y a las altas cumbres de las montañas nevadas llegarás, donde habita el hada Melodía, guardiana de los cantos más bellos del mundo”
¡Qué contento estaba Tobías! ¡por fin, por fin sabía dónde estaba su canto! Iría hasta allí, lo recuperaría y volvería a su bosque, a su casita y a su sauce para volver a entonar sus bellas canciones.
- Espera, espera Tobías – le dijo Manuel – llegar hasta allí es muy difícil, casi imposible para un pequeño periquito como tú y un viejo búho como yo. El camino es largo y peligroso. Nos perderíamos sin duda antes de llegar.
Tan desolado y triste vio Manuel a su nuevo amigo  que, después de meditarlo un ratito, le dijo:
- Está bien, Tobías, creo que ha llegado el momento de pedir ayuda a mi gran amigo Suki, el conejito valiente.

(Continuará la próxima semana)