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domingo, 20 de octubre de 2013

El Ático (Parte 24)

   Jaime frenó tan bruscamente a la salida de una curva en plena carretera comarcal que provocó que don Joaquín, que en ese momento iba leyendo unos Salmos, casi topara contra el parabrisas a pesar de llevar el cinturón puesto. Las gafas le salieron disparadas y cayeron al suelo.

- Hijo por favor, qué susto - dijo con su habitual tono bonachón y comprensivo -. ¿Qué ocurre? - Miró al frente pero sin las gafas lo único que veía eran siluetas borrosas en medio de la carretera.

- ¿No lo ve, tío? - Dijo Jaime sin percatarse de que su tío se inclinaba hacia delante y entornaba los ojos para intentar enfocar un poco mejor -. Es la Guardia Civil. Hay un coche ahí en el arcén abandonado.

domingo, 6 de octubre de 2013

El Ático (Parte 22)

    Tras la despedida de Cristina, poco antes del anochecer, me dirigí a casa de nuevo para echar un último vistazo. Tenía decidido volver a Soria mañana lunes y no pensaba cambiar de opinión pero en aquel momento aún planeaba mi vuelta por la tarde después de comer y permanecer un rato por la mañana en la hemeroteca del ayuntamiento. Noté que se había levantado algo más de fresco y mientras me acercaba a la verja sentí un escalofrío que no asocié a nada extraño o sobrenatural; simplemente era que la temperatura había bajado bastante y aún vestía de manga corta. Estuve tentado de volver al hostal para coger alguna prenda de abrigo pero al final desistí dado que estaba ya pisando la hojarasca del jardín. Un poco de frío me mantendría alerta.

domingo, 23 de junio de 2013

El Ático (Parte 16)

   La revelación del Padre Joaquín me había causado una gran impresión. Era la primera noticia que tenía de que mi nacimiento se había producido en el pueblo y más concretamente en casa de mis abuelos maternos. Mi primer impulso fue llamar a mi madre para que me lo aclarara en el momento e incluso hice ademán de sacar del bolsillo el teléfono móvil para hacerlo pero Cristina vio la jugada y me retuvo la mano. Sin duda, no era el momento apropiado.

- ¿Acaso no lo sabías? - Continuó diciendo el párroco -. Espero no haber metido la pata...

- No Padre, no se preocupe - añadí tras un momento de incertidumbre -. No tiene mayor importancia, es simplemente que no es lo que siempre había creído. E ignoro por qué se me ocultó la verdad.

domingo, 16 de junio de 2013

El Ático (Parte 15)

   Pocos feligreses se encontraban en la Iglesia cuando llegamos, acorde con la escasa cantidad de gente que había en el pueblo en estos días a pesar de no haber acabado el verano. Acababan de tañir de nuevo las campanas anunciando que era inminente que empezara la Misa y nada más llegar pude reconocer a algunas personas de las que había visto o conocido en esta mi corta y primera (aunque intensa) estancia oficial. Apenas veinte personas incluyendo al párroco, a un joven monaguillo, a Cristina y a mí nos reunimos en el interior del templo. Cris y yo nos quedamos bastante atrás mientras que en las primeras filas pude distinguir a Celia, al señor Pepe, Félix (el teniente de alcalde) y  un pequeño grupo de tres o cuatro ancianas vestidas de negro y de gris oscuro. El resto lo ocupaban varios lugareños que me sonaba haber visto de pasada o en el bar, más mujeres que hombres, y algunos desconocidos. No pude ver entre los congregados al misterioso Ángel ni a varios de los jugadores de cartas de ayer. Tampoco el dueño del bar parecía ser muy devoto, aunque era factible que no hubiera podido acudir por no poder desatender sus obligaciones.

domingo, 9 de junio de 2013

El Ático (Parte 14)

Otra historia del manuscrito del abuelo Luis:


   Sola en sus aposentos, la doncella se alisaba el pelo suavemente. A través de la ventana podía contemplar la noche serena y la luna llena en el cielo estrellado, que iluminaba la estancia sin necesidad de velas. En su recuerdo, las andanzas que su amado le había narrado aquella misma noche mientras la cortejaba en el jardín de la noble casa de sus poderosos padres y la felicidad que le invadió cuando aquel le había propuesto matrimonio. Su extremadamente pálida tez se reflejaba en el espejo dándole una apariencia lechosa, como un cristal sobre la nieve. Miraba fijamente a los ojos de color azul celeste que su reflejo le devolvía mientras deslizaba lentamente el cepillo hacia abajo, recorriendo toda su larga y sedosa cabellera blanca como la sábana de su lecho. Cuando terminó, tiró del cordel de la campanilla que llamaba a la servidumbre. Al poco tiempo, una joven lozana y con gesto amable se presentó en la estancia.

domingo, 2 de junio de 2013

El Ático (Parte 13)

    Hicimos una breve pausa junto al pozo una vez traspasamos la verja del jardín. Cristina no quería perderse detalle alguno. La extraña sustancia que se me había quedado pegada a la mano cuando me apoyé en el brocal aún seguía ahí. Le conté lo que había ocurrido y mostró un vivo interés, acercándose al máximo al pozo hasta percibir su aroma dulzón y acre.

- Sobre todo no la toques – le advertí -. Yo aún no he podido librarme de la sensación de haber apoyado la mano sobre ella, a pesar de las incontables veces que me he lavado la mano.

domingo, 28 de abril de 2013

El Ático (Parte 8)


Sábado 8 de septiembre de 2012 (por la noche).

   Transcurrida la jornada, me encuentro en mi habitación terminando de redactar mi diario. El día ha sido intenso y no finalizaron las sorpresas cuando cerré la casa a mediodía y volví al Hostal para intentar comer algo. Tenía pocas ganas, la excitación no me dejaba probar bocado. Celia me lo notó en la cara.
- ¿Le ha ocurrido algo? Parece que ha visto un fantasma -. Dijo mientras me servía un revuelto de setas que parecía estar bastante bueno. Hoy parecía estar algo más “dicharachera”. Dudé entre relatarle todo lo que había ocurrido o explicarlo con menos detalles pero al final me decidí por contarle una verdad a medias.

domingo, 21 de abril de 2013

El Ático (Parte 7)


“Tip tap, el hombre va.          
Busca, encuentra y vigilará.
Tip  tap, si brillando está
pórtate bien o te llevará”.

(Canción popular castellana, mediados de siglo XX).

... De nuevo giré el picaporte abriendo la puerta, que no emitió ruido alguno salvo un ligero chirriar al final del recorrido, y me adentré en las sombras... Sentí el frío húmedo de los lugares que han estado cerrados durante mucho tiempo y el olor a moho y a madera vieja impregnando todo el ambiente. La pequeña escalera de madera que subía hacia el ático ascendía un tramo y luego giraba hacia la derecha penetrando en la oquedad que daba acceso a la habitación, solitaria y abandonada. Pronto mis ojos se acostumbraron a la semioscuridad; subí lentamente sin necesidad de encender la luz. La escalera era robusta y segura, aunque a primera vista daba la impresión de fragilidad por el paso de los años.

domingo, 14 de abril de 2013

El Ático (Parte 6)


En algún momento de agosto de 1947

   Era un día inusualmente caluroso, aunque lo compensaba la humedad de la tarde. Habían llovido unas gotas, el típico bochorno de verano. En el pueblo había pocos habitantes, el turismo aún no estaba tan desarrollado como lo estaría en las décadas posteriores. A las 9 de la noche aún se veía perfectamente y Lucas jugaba en la calle con una piedra sobre una cuadrícula que había dibujado con tiza en el asfalto, en completa soledad. Estaba frente a su casa, estrecha, con dos plantas y adosada al Ayuntamiento, en la Plaza Mayor. Tenía 8 años y pasaba las vacaciones de verano como cada año, en casa de sus abuelos, mientras sus padres permanecían en la capital por razones de trabajo. María, su abuela, se asomó a la calle desde la ventana de la habitación del niño.

domingo, 7 de abril de 2013

El Ático (Parte 5)


Sábado 8 de septiembre de 2012

   He vuelto a la casa hoy temprano por la mañana pero apenas he podido hacer nada útil. Escribo en el antiguo escritorio del salón un momento antes del mediodía. Necesito dejar constancia de lo que ha ocurrido antes de que la memoria me gaste malas pasadas.

lunes, 1 de abril de 2013

El Ático (Parte 4)


En la actualidad.

Lo siento en cada esquina, en cada soplo de brisa, en cada una de las cosas que hago. Incluso anida en mi pensamiento noche y día. 

Se mueve pero no lo veo, me susurra pero no lo entiendo. Ni siquiera descansa cuando cierro los ojos. Y allí sigue al despertar...

(Sin fecha, fragmento del diario).